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Friday 19  April de 2024
Buenos Aires 

LOS QUINTEROS, UNA POBLACIÓN SENSIBLE

La Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria (Efsa, según sus siglas en inglés) elaboró un informe cuya síntesis contradice las apocalípticas predicciones de la IARC, la agencia internacional de investigación sobre el cáncer, al decir que el herbicida glifosato es improbable que sea genotóxico o produzca cáncer. Se trata de una pésima noticia para los grupos ambientalistas que se oponen a brazo partido a la tecnología agrícola, llámese biotecnología, soja o glifosato. En definitiva, se trata de la opinión de una organización del bloque comunitario que es el lugar del mundo más reactivo a la biotecnología y la agricultura de frontera que lleva adelante el continente americano. Incluso hoy se debate en el viejo continente la posibilidad de que los estados en forma individual puedan prohibir cultivos biotecnológicos aprobados por la autoridad comunitaria. En muchas ocasiones, hemos discutido la posición de los grupos ambientalistas en estas páginas. No cargan contra la industria automovilística, cuyos productos son la gran fuente de edición de dióxido de carbono a la atmósfera y, por ende, del calentamiento global, una vinculación directa que no ofrece lugar a dudas. Cargan en cambio contra un herbicida que ha sido una solución enorme para la agricultura y que gracias a que se convirtió en un genérico hoy permite el control de las malezas al precio histórico más bajo posible. Pero claro, la principal industria automotriz del mundo factura al año u$s200.000 millones y la principal semillera global, u$s15.000 millones. ¿Estará aquí la madre del borrego de por qué la tirria ambientalista contra la agricultura y no contra la industria automotriz? La paradoja es que ir contra los autos sería totalmente impopular, pero ir contra los alimentos parece ganar adeptos en los sectores urbanos de las sociedades ricas. De todos modos, hay un punto que tiene que ver ya no con el glifosato sino con los fitosanitarios en general y que es el correcto uso de los mismos, la utilización de vestimenta adecuada, de precauciones en la manipulación, del uso de la receta agronómica para los tratamientos de los cultivos y la aplicación en las condiciones ambientales adecuadas. En el mencionado estudio de la Epsa, se transcribe un trabajo de campo de médicos cordobeses sobre dos grupos sociales vinculados a los fitosanitarios: los aplicadores y los horticultores periurbanos. En ambos casos, el uso de protección personal para la aplicación es muy bajo. Pero en el caso de los quinteros del cinturón hortícola de la ciudad de Córdoba surgen datos muy preocupantes: el 23% no tiene acceso al agua corriente y el 13% ni siquiera tiene baño en su hogar. Es decir, la desprotección frente al uso de fitosanitarios es parte de una trama más compleja que abarca la condición de agricultor mediero y/o migrante. Los ambientalistas nunca se han ocupado de los quinteros hortí- colas, sino que cargan contra los agricultores “sojeros”. Pero quienes tienen mayor exposición al riesgo son estos sectores vulnerables. El informe sostiene que los hogares de los quinteros conviven con la chacra y que los fitosanitarios contaminan las ropas y, por lo tanto, sus precarios hogares. El mismo informe sostiene que los productores y aplicadores de cultivos extensivos operan en condiciones mucho más seguras que los horticultores. Los médicos responsables del informe incluso afirman que para la población urbana de Córdoba capital el mayor riesgo se encuentra vinculada a la agricultura periurbana. Un shock de realidad para tener en cuenta.

FUENTE: INFOCAMPO HERO